4 de mayo de 2017

Averroes, el filósofo andalusí

Averroes
Abu-l Walid Muhammad ibn Rusd, nombre que se latinizó como Averroes, nació en Córdoba en 1126. Hijo de buena familia, su padre fue cadí de Córdoba y su abuelo había sido consejero de soberanos y príncipes.

Ya de joven, Averroes llegó a ser considerado un gran jurista. Además estudió teología y literatura y también se convirtió en un gran médico, sin olvidar sus estudios de astronomía y filosofía. Dicen de él que en toda su vida solo dejó de estudiar en dos ocasiones: el día de su boda y el de la muerte de su padre.

El primer califa almohade Abd al-Mumin (1130-1163) le confió varias misiones; su sucesor Yusuf (1163-1184) lo tuvo en gran estima. El soberano era entendido en filosofía y planteó problemas de esta disciplina a Averroes cuando le fue presentado por el médico de la corte Ibn Tufayl, otro filósofo hispanoárabe conocido en Occidente por la novela místico-filosófica Hayy ibn Yaqzan.

Al principio, Averroes se mostró reticente, porque conocía los riesgos de profesar la filosofía en un ambiente que tendía a identificarla con la herejía; pero cuando vio que el mismo califa planteaba un tema arriesgado, ya no vaciló y conquistó con su doctrina el ánimo de su interlocutor, quien le regaló una gran suma, un suntuoso abrigo de pieles y una bella cabalgadura. Lo nombró además médico de corte y le confió, en España y en Marruecos, una serie de misiones que culminaron en 1182 con el nombramiento de cadí de los cadíes de Córdoba.

Bajo el reinado del sucesor de Yusuf, Yaqub al-Mansur (1184-1199), continuaron los honores; pero en 1195, el califa, cediendo a las presiones de los teólogos y de los canonistas, que veían en las ciencias un peligro para la religión, publicó un decreto y confinó en Lucena a su protegido, que había sufrido el disgusto de ver cómo se quemaban sus obras en la plaza pública. Tres años después, en 1198, el califa volvió a llamar junto a sí a Averroes, que murió pocos meses después en Marrakesh.

Averroes fue conocido en Occidente como "el Comentador" por haber traducido y divulgado las obras de Aristóteles. De entre sus numerosas obras, destacan precisamente los Comentarios a Aristóteles, de los cuales existen el Comentario mayor (1180), en el que explica frase por frase el corpus aristotélico; el Medio, en el que explica el conjunto de los textos, y el Pequeño comentario o paráfrasis (1169-78), que resumía su significado general. También comentó La república de Platón.

Entre las grandes inquietudes de Averroes destacó la de delimitar las relaciones entre filosofía y religión. Para Averroes, la religión verdadera se encuentra en la revelación contenida en los libros sagrados hebreos, cristianos y musulmanes. Pero libros como el Corán, aun siendo base de la religión verdadera, están dirigidos a todos los hombres, y no todos tienen la misma capacidad de comprensión. La verdad auténtica sólo la alcanzan los filósofos, que basan sus conocimientos en demostraciones rigurosas y absolutamente lógicas. Es obligación de los filósofos descubrir, más allá del sentido literal del libro sagrado, la idea oculta bajo las imágenes y los símbolos.

En cuanto a la medicina, Averroes escribió diversos tratados entre los que destacan el Kulliyyât o Libro de las generalidades de la medicina, traducido al latín medieval bajo el título de Colliget y muy difundido en el Renacimiento, y los Comentarios a Galeno.

Por su reivindicación de la filosofía, por su valiosa contribución científica y por el espíritu innovador que inspira su pensamiento, Averroes parece más un intelectual renacentista o un filósofo moderno que un pensador medieval ligado a la tradición. Entre los precursores de la cultura europea moderna, Averroes ocupa, un lugar de primer orden. En Oriente, en cambio, la filosofía de Averroes pasó prácticamente desapercibida.


Fuentes:

* http://www.uv.es/charco/documentos/averroes.htm
* http://www.webislam.com/articulos/60932-averroes_y_sus_aportes_a_la_filosofia.html
* http://www.biografiasyvidas.com/biografia/a/averroes.htm


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